El animal divino - Gustavo Bueno
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La primera edición de El animal divino llegó a las librerías en septiembre de 1985 y la segunda –corregida y aumentada con 14 escolios– en mayo de 1996 (ambas publicadas por Pentalfa, en volúmenes de 309 y 438 páginas, con tirada de tres mil ejemplares cada una). En la segunda edición ☞las ampliaciones☜ al texto de la primera fueron señaladas por las clásicas manecillas, que se mantienen en esta tercera edición, a la que se incorporan docena y media de #añadidos# flanqueados entre musicales signos de sostenido. El lector puede así diferenciar el texto publicado en 1985 del aumentado en 1996 y de los añadidos que el autor dejó manuscritos en los dos ejemplares de la segunda edición que utilizaba para sus anotaciones (uno en Oviedo, el otro en Niembro). No se han incorporado todas las notas realizadas sobre esos ejemplares a lo largo de los años (algunas a bolígrafo, otras a lapicero), pues en algunos casos son apuntes o sugerencias para posibles desarrollos que cuajaron en trabajos posteriores o quedaron en esbozos privados (aparte de esos añadidos –el más largo en las páginas 204-205 de esta edición– se han puesto en bastardilla algunas palabras o frases que fueron subrayadas por el autor en sus ejemplares). Las 312 notas de la segunda edición mantienen su numeración correlativa en esta edición de junio de 2023.
En el curso 1976-77, tuvo Gustavo Bueno que hacerse cargo de la asignatura “Antropología filosófica”, instaurada en la Universidad de Oviedo al estrenarse en el primero de los tres años comunes de la División de Filosofía y Ciencias de la Educación (recién creada con sus tres secciones de Filosofía, Psicología y Pedagogía). Ese curso y el siguiente las clases se impartieron en la villa de Gijón, trasladándose en noviembre de 1978 al edificio Valdés Salas, en la ciudad de Oviedo. Los alumnos de primero de la tercera promoción pudieron ya disponer por escrito de parte de lo que Bueno había ido construyendo durante sus dos primeros años como profesor de “Antropología filosófica”, en particular la descripción de la realidad tridimensional del espacio antropológico (que no estaba presente todavía, por ejemplo, en el Estatuto Gnoseológico de las Ciencias Humanas, 4 tomos, 1976):
«Esto nos permitirá introducir las relaciones con lo numinoso (las relaciones religiosas) como relaciones irreductibles al género de las relaciones circulares (el antropologismo de Feuerbach: “el hombre hizo a los dioses a su imagen y semejanza”) o a las relaciones radiales (el entendimiento de la religión como una metafísica o como una concepción del mundo): nos permitirá edificar una filosofía materialista de la religión que sea algo más que mera fenomenología o psicología de la percepción (la religión como “alucinación”, como “proyección” de deseos, &c.); nos permitirá reconocer a la religión con una dimensión verdadera de los hombres, siempre que fuera posible sostener la tesis de la religión como brotando originariamente de la religación con los animales, de lo que podríamos llamar “religión natural” (* En próximos números publicaremos una exposición global de esta filosofía materialista de la religión).» (“Sobre el concepto de espacio antropológico”, El Basilisco, n° 5, noviembre-diciembre 1978, pág. 62.)
La primera exposición pública de “esta filosofía materialista de la religión” tuvo lugar a comienzos de agosto de 1981, ante varios teólogos católicos, dentro del curso “Filosofía y teología en el siglo XX” (dirigido por Olegario González de Cardedal), organizado en La Granda por la “Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos” (impulsada por Teodoro López-Cuesta): «Quizá la nota más destacada de este curso, dirigido por teólogos, sea la participación en el mismo de Gustavo Bueno, catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo y uno de los jefes de fila del pensamiento marxista español, que leerá una ponencia titulada Hacia una teoría materialista de la religión» (José Manuel Vaquero, “Comienza en Avilés un curso sobre relaciones entre teología y filosofía”, El País, Madrid 4 de agosto de 1981). En una “Entrevista a Gustavo Bueno” realizada entonces por los hermanos Lorenzo y Mariano Arias Páramo (Argumentos, Madrid, septiembre 1981, n° 46) se dice que “actualmente, Gustavo Bueno se encuentra trabajando en la preparación de un libro cuyo contenido desarrolla su ponencia Hacia una teoría materialista de la religión”.
Bueno dedicó mucho tiempo a la preparación minuciosa de ese libro, consciente de su importancia trascendental para el sistema del materialismo filosófico, y desde el principio se decidió publicarlo en Pentalfa, para asegurar una total independencia editorial. Una serie de imágenes comentadas a lo largo de la obra permitirían al lector acercarse a la naturaleza de los asuntos tratados en tal ensayo. En 1983 el libro ya tenía nombre, y en el verano de 1984 se anunciaba, “en prensa”, en El Basilisco (n° 16, páginas 2 y 107): El animal divino (ensayo de una filosofía materialista de la religión), mientras el borrador manuscrito se iba dictando y mecanografiando (con una máquina de escribir eléctrica, sin memoria, por supuesto) para tener luego que volver a ser picado en una fotocomponedora de segunda generación en Gráficas Baraza (era entonces tan caro un disco magnético de ocho pulgadas, formateado para aquel equipo, que no valía la pena conservar el texto almacenado, en formato además de dudoso aprovechamiento, pues saldría más barato componerlo de nuevo cuando hiciera falta). El animal divino apareció en septiembre de 1985 (al poco comenzaba a hablarse sobre autoedición, Aldus PageMaker, &c.).
Tras publicar en 1989 el libro Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión, fue Bueno escribiendo algunos escolios pensando en una segunda edición de El animal divino, pues la primera ya se estaba agotando. En el verano de 1995, ya vertido el texto del libro a formato WordPerfect 5.1 (tras haber transitado un tiempo por WordStar 3.0), se fueron incorporando añadidos y escolios, quedando dispuesto un primer borrador de la segunda edición a mediados de octubre, que se fue refinando en los meses siguientes, compulsando citas, nombres y notas, teniendo a la vista las pruebas de la primera edición y el manuscrito original. La segunda edición apareció en mayo de 1996. En la primera edición se había incorporado una “Nota sobre la filosofía de la religión en Schelling” (por Manuel F. Lorenzo, quien defendió su tesis doctoral en 1984, dirigida por Bueno), que no se incluyó en la segunda edición, donde se agregó un apéndice (“El animal divino y Los dioses olvidados”, por Alfonso Tresguerres, a quien Bueno había dirigido su tesis doctoral, defendida en 1992), del que ahora se prescinde. Clara Bueno Suero, investigadora asociada de la Fundación Gustavo Bueno, ha realizado una revisión minuciosa del texto de esta tercera edición.
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En el curso 1976-77, tuvo Gustavo Bueno que hacerse cargo de la asignatura “Antropología filosófica”, instaurada en la Universidad de Oviedo al estrenarse en el primero de los tres años comunes de la División de Filosofía y Ciencias de la Educación (recién creada con sus tres secciones de Filosofía, Psicología y Pedagogía). Ese curso y el siguiente las clases se impartieron en la villa de Gijón, trasladándose en noviembre de 1978 al edificio Valdés Salas, en la ciudad de Oviedo. Los alumnos de primero de la tercera promoción pudieron ya disponer por escrito de parte de lo que Bueno había ido construyendo durante sus dos primeros años como profesor de “Antropología filosófica”, en particular la descripción de la realidad tridimensional del espacio antropológico (que no estaba presente todavía, por ejemplo, en el Estatuto Gnoseológico de las Ciencias Humanas, 4 tomos, 1976):
«Esto nos permitirá introducir las relaciones con lo numinoso (las relaciones religiosas) como relaciones irreductibles al género de las relaciones circulares (el antropologismo de Feuerbach: “el hombre hizo a los dioses a su imagen y semejanza”) o a las relaciones radiales (el entendimiento de la religión como una metafísica o como una concepción del mundo): nos permitirá edificar una filosofía materialista de la religión que sea algo más que mera fenomenología o psicología de la percepción (la religión como “alucinación”, como “proyección” de deseos, &c.); nos permitirá reconocer a la religión con una dimensión verdadera de los hombres, siempre que fuera posible sostener la tesis de la religión como brotando originariamente de la religación con los animales, de lo que podríamos llamar “religión natural” (* En próximos números publicaremos una exposición global de esta filosofía materialista de la religión).» (“Sobre el concepto de espacio antropológico”, El Basilisco, n° 5, noviembre-diciembre 1978, pág. 62.)
La primera exposición pública de “esta filosofía materialista de la religión” tuvo lugar a comienzos de agosto de 1981, ante varios teólogos católicos, dentro del curso “Filosofía y teología en el siglo XX” (dirigido por Olegario González de Cardedal), organizado en La Granda por la “Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos” (impulsada por Teodoro López-Cuesta): «Quizá la nota más destacada de este curso, dirigido por teólogos, sea la participación en el mismo de Gustavo Bueno, catedrático de Filosofía de la Universidad de Oviedo y uno de los jefes de fila del pensamiento marxista español, que leerá una ponencia titulada Hacia una teoría materialista de la religión» (José Manuel Vaquero, “Comienza en Avilés un curso sobre relaciones entre teología y filosofía”, El País, Madrid 4 de agosto de 1981). En una “Entrevista a Gustavo Bueno” realizada entonces por los hermanos Lorenzo y Mariano Arias Páramo (Argumentos, Madrid, septiembre 1981, n° 46) se dice que “actualmente, Gustavo Bueno se encuentra trabajando en la preparación de un libro cuyo contenido desarrolla su ponencia Hacia una teoría materialista de la religión”.
Bueno dedicó mucho tiempo a la preparación minuciosa de ese libro, consciente de su importancia trascendental para el sistema del materialismo filosófico, y desde el principio se decidió publicarlo en Pentalfa, para asegurar una total independencia editorial. Una serie de imágenes comentadas a lo largo de la obra permitirían al lector acercarse a la naturaleza de los asuntos tratados en tal ensayo. En 1983 el libro ya tenía nombre, y en el verano de 1984 se anunciaba, “en prensa”, en El Basilisco (n° 16, páginas 2 y 107): El animal divino (ensayo de una filosofía materialista de la religión), mientras el borrador manuscrito se iba dictando y mecanografiando (con una máquina de escribir eléctrica, sin memoria, por supuesto) para tener luego que volver a ser picado en una fotocomponedora de segunda generación en Gráficas Baraza (era entonces tan caro un disco magnético de ocho pulgadas, formateado para aquel equipo, que no valía la pena conservar el texto almacenado, en formato además de dudoso aprovechamiento, pues saldría más barato componerlo de nuevo cuando hiciera falta). El animal divino apareció en septiembre de 1985 (al poco comenzaba a hablarse sobre autoedición, Aldus PageMaker, &c.).
Tras publicar en 1989 el libro Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión, fue Bueno escribiendo algunos escolios pensando en una segunda edición de El animal divino, pues la primera ya se estaba agotando. En el verano de 1995, ya vertido el texto del libro a formato WordPerfect 5.1 (tras haber transitado un tiempo por WordStar 3.0), se fueron incorporando añadidos y escolios, quedando dispuesto un primer borrador de la segunda edición a mediados de octubre, que se fue refinando en los meses siguientes, compulsando citas, nombres y notas, teniendo a la vista las pruebas de la primera edición y el manuscrito original. La segunda edición apareció en mayo de 1996. En la primera edición se había incorporado una “Nota sobre la filosofía de la religión en Schelling” (por Manuel F. Lorenzo, quien defendió su tesis doctoral en 1984, dirigida por Bueno), que no se incluyó en la segunda edición, donde se agregó un apéndice (“El animal divino y Los dioses olvidados”, por Alfonso Tresguerres, a quien Bueno había dirigido su tesis doctoral, defendida en 1992), del que ahora se prescinde. Clara Bueno Suero, investigadora asociada de la Fundación Gustavo Bueno, ha realizado una revisión minuciosa del texto de esta tercera edición.